Recordando a Julio Usán
Inmersos en plenos ensayos del Requiem de Verdi nos enteramos de la repentina, inesperada y dolorosa pérdida de Julio Usán, exorfeonista, expresidente, pero sobre todo, gran amigo del Orfeó Valencià y una de esas personas que llevaban la luz allá donde iban. No faltaba a ninguno de nuestros conciertos, a ningún ECO, a ninguna actividad, y siempre que teníamos la suerte de poder saludarlo nos recibía con lo que más le caracterizaba: una enorme sonrisa.
Pepe Poveda- Los lados del tiempo
Me dicen que ha muerto, pero yo quiero creer que anda por ahí embarcado en un viaje, sembrando ilusiones y animando los espíritus. Un viaje que, para describirlo, me vais a permitir que utilice unas palabras del genial Fernando Pessoa:
En el crepúsculo de una vaga primavera partí en ese viaje que no hice nunca.
El cielo -en mi recuerdo imposible- era un resto violáceo de oro triste, y la línea agónica de los montes, clara, tenía una aureola con tonos de muerte que penetraban, mansos, en la astucia de su perfil.
El mar, lo recuerdo, tenía tonalidades de sombra mezcladas con un fuego ondeante de vaga luz, y todo era misterioso como una idea triste en un momento de alegría, profético no sé de qué.
No partí de un puerto conocido. Aún hoy no sé qué puerto era, porque todavía no he estado allí. Al leerme creeréis, sin duda, que mis palabras son absurdas. Es porque no habéis viajado nunca como yo.
Viajé. Me parece inútil explicaros que no estuve meses, ni días, ni cualquier otra cantidad de cualquier medida de tiempo viajando. Viajé en el tiempo, es verdad, pero no de este lado del tiempo, donde lo contamos por horas y días y meses; viajé al otro lado del tiempo, donde no se cuenta ni se mide. Me preguntáis en vuestro interior, ciertamente, qué sentido tienen estas frases; no os equivoquéis. Despedíos del error infantil de preguntar el sentido de las cosas y las palabras. Nada tiene sentido.
Bien, pues en ese por así llamarlo – no viaje- que ha iniciado Julio al otro lado del tiempo, y como escribiera el poeta José Agustín Goytisolo, en una bella poesía dedicada a su hija, hemos de hacerle saber que, no va a estar solo que, encontrara amigos, encontrará amor, y que si un día se encuentra cansado, y se sienta al borde del camino diciendo: no puedo más, no puedo más; querida Amparo debes cantarle:
Pero tú siempre acuérdate
De lo que un día yo escribí
Pensando en ti, pensando en ti,
Como ahora pienso.
Pensar.
Creo que el pensamiento es la clave, pues en él fabricamos nuestra auténtica realidad, y es ahí, donde volveremos a encontrar siempre a Julio y a todas aquellas personas que, un día compartieron con nosotros el viaje en este lado del tiempo.
Ideaste proyectos con sólidos cimientos y también regalaste ilusiones que generabas y reciclabas a cada momento, pero tu bondad llegó tan lejos, hasta allá en el Hades que, un atardecer Caronte surgió de las sombras eternas con su barca y (¿te acuerdas?, siempre nos embarcabas en tus proyectos) esta vez embarcaste tú mismo hacia ese otro lado del tiempo donde al parecer están faltos de ilusión y esperanza, “no cejes aragonés”.
Amelia Climent- Cuántas vivencias juntos, Julio. La primera, vuestra boda porque fuimos a cantaros. Viajes, comidas, reuniones en casa de Enrique Guallart con nuestros «peques»,… Unos años preciosos que recuerdo con gran cariño.
Tengo que destacar de Julio lo generoso que era, siempre estaba dispuesto a colaborar para el Orfeón.
Recuerdo que, en el local de ensayos de la Gran Vía Marqués del Turia, los techos eran altísimos y además no había puertas, por lo tanto, la acústica era muy mala. Propuse hacer unas cortinas muy gruesas para mejorar el sonido ¡¡y él me ayudó a poner los rieles!! ¡¡Y funcionó!! (fue muy arriesgado porque la escalera no ofrecía ninguna confianza).
Julio, vamos a añorar tus comentarios después de cada concierto y, por supuesto, tu presencia.
¡¡Siempre te recordaré, amigo!!
Jesús Debón- Después de aceptar tu ida de una forma tan repentina e inesperada, intento digerir el hecho de saber que no podré volver a llamarte…ni verte… aunque sigo escuchando tu voz y viendo tu gesto siempre tan positivo y enérgico.
Recuerdo cuando éramos compañeros de la entonces “Caja de Ahorros de Valencia”. Entonces fue cuando recibí tus primeros consejos, que siempre he valorado, y he tenido la suerte de poder compartir contigo muchas de mis inquietudes, vivencias, éxitos y proyectos.
Se agolpan en mi memoria muchas ocasiones en las que hemos podido compartir buenos momentos: charlas, viajes, fines de semana, conciertos, nocheviejas…
Algo que siempre me ha causado verdadera admiración es tu capacidad para disfrutar intensamente de tantas cosas diferentes y además transmitirla con pasión. Siempre te he encontrado pensando en nuevos proyectos… y me ha fascinado ver cómo has sido capaz de ponerlos en marcha. Esa fuerza admirable me ha empujado en muchas ocasiones a sentir que quiero hacer mejor las cosas y atreverme a superar mis miedos.
Desde hace muchos años te he considerado como un hermano y así te he llamado en muchas ocasiones. Siempre ha sido importante para mí tu punto de vista y has sido como una faro en el que he buscado un poco de luz cuando no la encontraba.
¡Qué generosidad la tuya! Creo que es una de las virtudes que más resaltaría de ti.
Qué alegría que pudiéramos compartir aquel concierto en Torrevieja el pasado verano en el que se estrenaban varias obras que escribí para orquesta de cuerda. ¡Qué día tan especial y emotivo! ¡Cuántos días tan emotivos hemos compartido!
Me gustaba llamarte “Julius”.
Gracias por estar siempre ahí, por tu bondad, por tu eterna sonrisa y buen talante, por tus comentarios y tu ánimo, por tus iniciativas y tus sabios consejos, por tu atención, por tu amistad…
¡Gracias, Julius!!!!!
Inma Monzó y Jaime Gómez- Querido Julio, caro Julius (Cesare):
Te fuiste sin despedirte, algo tan poco común en ti, a quien le gustaba decir hola y adiós con un abrazo. Como el que nos dimos la noche del lunes, tras nuestro regreso de Sicilia donde pasamos una intensa semana visitando lo que tú llamaste, numerosas veces, el paraíso, y solo unas pocas horas antes de tu repentina y dolorosa partida. Qué inmenso dolor sentimos cuando nos anunciaron tu óbito. ¿Qué será de todos los proyectos que tenías? ¿Qué será de todos los proyectos que teníamos juntos? Cuesta pensar que no podremos hacer la obra de teatro leído en el Vivons 30 —un espacio que iba teniendo cada vez más carisma—, ni podremos salir a pescar con tu lancha —de la que te gustaba resaltar que era el mismo modelo que la de James Bond en “Vive y deja morir”— frente a la costa de la Pobla de Farnals, ni podremos actuar en el ECO del Orfeón con el grupo de música country, ni podremos escaparnos a Madrid, otra vez, para una visita guiada privada del Museo Thyssen a las 8 de la mañana.
Fuiste un buen hombre y fuiste un hombre bueno, con una sonrisa eterna, entre pícara y guasona, que nada ni nadie podía quitarte. Fuiste un hombre generoso, con un punto de mecenas, que no podía pasar sin dar una propina a cualquier artista callejero, mucho menos si era músico, o comprarle el CD que tuviera a la venta. Fuiste un hombre querido por los tuyos, y ahora todos te echamos de menos.
Nosotros tuvimos la fortuna de compartir contigo y con Amparo tu última semana, intensamente, día y noche, con visitas inolvidables como los mosaicos de la Villa del Casale en Piazza Armerina, los teatros grecorromanos de Siracusa y Taormina o el imponente monte Etna, con experiencias inesperadas e impagables como la actuación de Al Bano en Catania, y comidas irrepetibles, en restaurantes locales rodeados de familias sicilianas como el de las Tres Carabelas de Don Carmelo y sus hijos (varones) Giuseppe y Rosario de camino a Palermo. Estabas feliz, hablamos de proyectos y de viajes futuros, estábamos felices. La felicidad compartida en esos momentos junto a la de otros muchos en los años que nos conocimos será nuestro recuerdo.
Querido Julio, caro Julius (Cesare), te fuiste sin despedirte, y nos dejaste huérfanos.
Amparo Martí- A Julio lo conozco hace muchos años. Eran los primeros tiempos del orfeón, ¡cuántos años y cuántos recuerdos!
Recuerdo algunas celebraciones de nochevieja en el local, en las que montaba las luces como si estuviéramos en una discoteca, algo fantástico que sólo él podía hacer.
Recuerdo cuando fue nombrado presidente y estábamos en la cena de fin de curso. Se dirigió a nosotros y dijo: «Seré breve, sólo unas palabras…» y dejó caer de las manos lo que parecían unos folios, y era un bloque de papel continuo que se derramó por el suelo… ¡risas y más risas!
Recuerdo el ECO de música celta que, junto a su hija Ana, nos hicieron pasar una noche estupenda.
Son sólo unas pinceladas pequeñas de tantas otras que no cabrían aquí.
Dejó el orfeón pero nunca se desvinculó totalmente, tenía hilo conductor a través de su hija María, que estuvo un tiempo y, cómo no, de nuestra querida Amparo. Y acompañándonos en viajes, donde solía poner su toque musical.
Emprendedor, buen talante, ingenioso… eso y muchas cosas más era Julio.
Un gran abrazo, Amparo.
Juan Antonio Toboso- Tu desaparición, Julio, nos deja en el Orfeó Valencià un gran vacío. Tan grande como tu personalidad y tu bonhomía. Eras un hombre activo, lleno de proyectos e intereses, curioso, inteligente, afable, agradecido y una gran persona. Siempre dispuesto a ayudar, a participar o a dar un consejo. Aunque ya no formabas parte del Orfeó, era evidente que lo llevabas dentro, en tu corazón y también en tu cabeza. Seguidor impenitente de todas nuestras actividades, ya fueran conciertos o de otra índole, acompañando siempre a tu querida Amparo. Nos dejabas siempre tus fundadas opiniones, siempre constructivas, y tus consejos, movido por la preocupación y el interés que te suscitaba todo lo que tenía que ver con el Orfeó Valencià, destinatario incondicional de tus mejores deseos.
Julio, te has ido demasiado pronto. Aún tenías muchas ideas por desarrollar, muchas cosas por hacer y mucho en lo que acompañarnos. Porque, sin ser ahora orfeonista, para nosotros eras ese acompañante fiel al que considerábamos “uno de los nuestros”.
Teníamos pendiente una cita que se había ido aplazando en espera del buen tiempo y, ahora que éste ha llegado, tú ya no podrás acudir. ¿Quién iba a pensar que algo así podría suceder? No sabes cuánto lamento pensar que esa cita ya no será posible, ni tampoco las siguientes que a buen seguro estaban por llegar.
En fin, Julio, sólo puedo tener palabras de agradecimiento y cariño para ti y decirte que te vamos a echar muchísimo de menos.
Isabel Buigues- Flores en la mar
Salgo del Náutico. He montado un ramito con diente de león y hiedra sujetos con un cordel. Lo lanzo al agua desde el pantalán donde, en verano, está atracado el «Zorro» de Julio.
Nuestra vida no será igual sin él; las mañanas de pescar al curri, las noches de luna en el cine de verano, el bitter en el Paseo, la música en su casa…
Quisiera consolar a Amparo con un enorme abrazo. Pero sé, sabemos, que sin Julio el verano ya no será igual. Ni el invierno.
1 comentario
Mayte Esteve · marzo 21, 2023 a las 8:40 am
Maravilloso homenaje, compañeras y compañeros. Un fuerte abrazo y en especial a nuestra Amparo Porta.