Réquiem de Verdi, privilegio para público e intérpretes

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Ficha técnica: Messa da Requiem. Giuseppe Verdi. Orfeó Valencià. Orquesta Filarmónica Fundación Ciudad de Requena. Francisco Melero, director. Requena, 4/04/2020.

Por Álvaro Vilanova

“Un mes después de la muerte de Verdi, una solemne procesión por Milán, que contó con la presencia de cientos de miles de dolientes, ayudó a transferir sus restos a su lugar de descanso final. La procesión fue acompañada en su camino por una interpretación de «Va pensiero», el coro de esclavos hebreos de una de las primeras óperas de Giuseppe Verdi, Nabucco”. (1)

Verdi, hacia 1870

En el momento de su muerte, Verdi se había convertido en un profundo símbolo artístico de la condición de Estado de la nación. El hecho de que «Va pensiero«, escrito unos 60 años antes, pudiera expresar los sentimientos de los italianos contemporáneos por su héroe difunto demostró hasta qué punto la música de Verdi había sido asimilada en la conciencia nacional. Incluso hoy en día es utilizada como símbolo reivindicativo. Riccardo Muti aprovechó la gran ovación del Teatro de la Ópera de Roma en 2011 para hacer un bis y protagonizar una reivindicación en defensa del arte y de la ópera italiana aludiendo al “espíritu” del Va Pensiero.

El éxito de Nabucco le abrió puertas en la sociedad milanesa, Verdi pronto hizo algunas amistades, especialmente la condesa Clara Maffei, a cuyo salón asistía con frecuencia. Duran­te casi medio siglo, aquel salón fue el más famoso de toda Italia: patriotas, lite­ratos y artistas italianos, así como ilustres extranjeros se reunían allí.

Por una parte, el salón Maffei tenía un carácter artístico y literario pero también tenía un carácter político en contra de la ocupación del Imperio Austríaco y la defensa de Vittorio Emmanuel como rey de una Italia independiente. La famosa proclama popular: ¡Viva VERDI! hacía una referencia velada al monarca al mismo tiempo que se vitoreaba al maestro. (VERDI = Vittorio Emmanuele Re D’Italia).

Margherita Barezzi

Verdi perdió muy pronto a su mujer Margherita y a sus dos hijos, los tres fallecieron entre 1838 y 1840. Se quedó absolutamente solo, únicamente apoyado por Barezzi, el padre de su difunta mujer, un comerciante y gran entusiasta de la música que dedicó todos sus esfuerzos e ilusiones a la carrera del que había sido su yerno y al que siempre consideró como tal. Dos años más tarde, tras pasar un terrible duelo, se estrenó su primer gran éxito, Nabucco. Verdi tenía 29 años y a partir de este momento comenzó su consagración como compositor a nivel internacional.

En noviembre de 1868, al enterarse de la muerte de Rossini, Verdi sugirió a Ricordi que un equipo de compositores italianos, los más destacados de la época, escribieran conjuntamente una misa conmemorativa para Rossini. La misa se completó debidamente, Verdi suministró el último número, «Libera me” pero hubo muchos problemas administrativos y el trabajo nunca se realizó.

Ese mismo año conoció en el salón de Clara Maffei al escritor Alessandro Manzoni, gran poeta y novelista italiano, autor de I promessi sposi, la más popular novela en lengua italiana. Por otra parte Manzoni compartía ideas políticas con Verdi, era también un gran patriota y defensor de la causa liberal.

Entre 1871 (estreno de Aida) y 1886 (estreno de Otello) se produjo un largo silencio compositivo por parte de Verdi, con la gran excepción de su Messa da Requiem. Las razones de este silencio son complejas pero probablemente uno de los mayores obstáculos fue el creciente desencanto con la dirección que empezaba a tomar la creación musical en Italia siguiendo tendencias extranjeras, concretamente germánicas. Previamente, a principios de la década de 1870, se le pidió consejo a Verdi sobre un plan de estudios para la reforma de los conservatorios italianos. Sus sugerencias fueron extremadamente austeras: los estudiantes deberían someterse a dosis diarias de fuga y estudiar solo a los antiguos maestros italianos; los compositores en ciernes “deben asistir a pocas representaciones de óperas modernas, y evitar fascinarse por sus muchas bellezas de armonía y orquestación o por la disminución del séptimo acorde”.

En cualquier caso, en la década de los 70, en medio de esta sequía creativa, Verdi escribió el Réquiem y ése no es un logro pequeño.

Gioacchino Rossini

Los orígenes de la pieza comenzaron en 1868 con la sugerencia de Verdi, ya comentada, de un réquiem en memoria de Rossini. Los planes para realizar la pieza quedaron en nada; en abril de 1873, la contribución de Verdi, el movimiento «Libera me«, le fue devuelta.

En mayo de 1873, a los 89 años falleció Alessandro Manzoni. En una carta a Clara Maffei, Verdi escribió: “Se va la más pura, la más sagrada, la más elevada de nuestras glorias”. Verdi estaba demasiado abatido para asistir al funeral pero a la semana siguiente visitó el sepulcro de Manzoni en Milán y en sus vacaciones de verano en París comenzó a escribir su Misa de Réquiem.

Se interpretó por primera vez el 22 de mayo de 1874 en la iglesia de San Marcos de Milán, dirigida por Verdi. Fue un gran éxito y tres días más tarde Verdi tuvo que dirigir una segunda interpretación en La Scala. Enseguida se organizaron nuevas interpretaciones en Milán y Verdi se vio obligado a recorrer Europa con su Réquiem. Dirigió siete interpretaciones en la Opéra Comique de Paris y otras ocho al año siguiente; en Viena se ofrecieron cuatro interpretaciones a una de las cuales asistió el emperador; posteriormente se interpretó tres veces en el Albert Hall de Londres: ninguna misa de réquiem había recibido tal acogida.

En estas circunstancias, probablemente sea inevitable que la naturaleza teatral del Réquiem sea un tema principal de debate: Hans von Bülow (prestigioso director de orquesta y pianista, primer marido de Cósima Wagner) se refirió a él como una «Ópera en Kirchengewande» (ópera en traje eclesiástico). Dichos sentimientos toman fuerza al conocer que un dúo para Carlos y Felipe, descartado de Don Carlo durante los ensayos en París, formó la base de la sección «Lacrymosa» del Dies irae. Aún más operística es la forma en que los solistas de vez en cuando toman lo que solo se puede llamar «personalidades». Esto es más notable en el último ‘Libera me‘, en el que la soprano, aislada de los otros solistas, parece estar en diálogo activo tanto con el coro como con la orquesta, para todo el mundo como una heroína asediada que intenta finalmente dar sentido al mundo en el que ha sido elegida.

Por otro lado, no debemos exagerar. El tema principal de «Lacrymosa» puede haberse originado en una ópera, pero se desarrolla de una manera marcadamente diferente, sin los contrastes vocales que casi siempre alimentan el drama musical verdiano. De hecho, ninguna de las escenas de conjunto o coros se parece remotamente a la textura de sus equivalentes operísticos, en particular por su frecuente empleo de la escritura contrapuntual y por la relativa falta de diferenciación entre los individuos. Lo que es más, los niveles de conexión puramente musical (particularmente en gestos motívicos y armónicos) son mucho mayores de lo que Verdi hubiera considerado apropiado en un drama, donde el contraste y la tensión entre los personajes es una parte tan importante del efecto.

Pero la presencia de ese contrapunto tal vez recuerde esas advertencias que había realizado a los conservatorios, para que estudiaran la fuga en lugar de obras de influencia extranjera, lo que a su vez podría recordar que la idea original de Verdi para un réquiem compuesto fue como una celebración del arte y los artistas italianos durante un período que consideró como una crisis cultural: como dijo en su primera carta sobre el proyecto: “No quisiera que ninguna mano extranjera, ninguna mano ajena al arte, por muy poderoso que fuera, prestara su ayuda. En este caso, me retiraría de inmediato de la asociación». En ese sentido, la decisión de escribir un réquiem y, por lo tanto, celebrar a través del contrapunto una era gloriosa en el pasado musical de Italia, hace que el trabajo sea «político» como muchas de las óperas del compositor.

Poder estudiar, trabajar y cantar esta partitura, es un privilegio para cualquier coro profesional y casi un milagro para un coro amateur, está al alcance de MUY pocos coros aficionados. Espero que os cale muy hondo y que disfrutéis a tope cantándolo.

(1) La bibliografía utilizada ha sido el “Diccionario Grove Music online” (Roger Parker: https://doi.org/10.1093/gmo/9781561592630.article.29191) y el libro “Verdi” (Charles Osborne, Bibloteca Salvat 1.987)


4 comentarios

Xema Zapater · febrero 5, 2020 a las 3:27 pm

Magnífico articulazo, Alvaro. Apasionante historia la del Sr. Verdi un gustazo, como dices, poder cantar este monumento musical. Lo peor es que anuncias que no te tendremos al lado.

Rosa García · febrero 5, 2020 a las 8:38 pm

¡Alvaro! Qué pena que no lo cantes con nosotros en esta ocasión, máxime después del estupendo artículo que le has dedicado. ¡Es una obra tan emocionante! Te estaremos echando de menos. Te deseo lo mejor, que consigas lo que deseas, y que vuelvas cuanto antes.

Amalia · febrero 6, 2020 a las 7:17 am

Enhorabuena, Álvaro y magnífica iniciativa del Orfeó Valencià.

enric · marzo 11, 2020 a las 9:36 pm

Magnifico artículo. Lástima que no estes cantando con nosotros. Espero que sea algo muy temporal y que prontoi estemos codo con codo cantando. Un fuerte abrazo.

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