Santo Tomás de Leipzig: los herederos del legado de Bach

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Hablamos con Sophia Erben de su paso por Santo Tomás de Leipzig

Entrevista

Por Itzíar Pertusa

Sophia Erben (Leipzig, 1988) nace en el seno de una familia musicalmente privilegiada: hija y nieta de un chelista de la Gewandhaus de Leipzig y de una profesora de piano del conservatorio, sobrina del concertino más joven en sacar la plaza de la Gewandhaus y director invitado de esta orquesta, y nieta de organista, Sophia ha estado toda su vida rodeada de pentagramas. Por si fuera poco, su ciudad no es otra que Leipzig, famosa como sabemos por la omnipresencia del amigo Johan Sebastian Bach. En esta ciudad hay un coro muy especial, el de la iglesia y escuela de Santo Tomás, un coro con 800 años de historia que fue dirigido durante 27 años por el propio Bach. Sophia nos cuenta su paso por dicha escuela y su vida en Leipzig.

Escolanía Santo Tomás de Leipzig

¿Por qué estudiar en la Escuela de Santo Tomás?

La escuela Santo Tomás es un colegio de educación secundaria, tiene sus orígenes en el año 1212, lo que la convierte en una de las escuelas más antiguas de Europa y del mundo. El colegio forma parte de un conjunto de 3 instituciones: el coro de Santo Tomás (cuyo cantor fue, entre otros, Johann Sebastian Bach), la iglesia de Santo Tomás y el colegio en sí. Se trata de un colegio que, también debido a su historia, da mucha importancia a lo que se podría llamar formación humanística, con lo cual ofrece una especialidad de artes e idiomas y también de música. Este enfoque me parece especialmente importante hoy en día, donde las carreras humanísticas sufren cada vez más recortes mientras que parece que la tendencia se centra en la creación de nuevos empresarios y carreras que producen un crecimiento económico. La especialidad de música de Santo Tomás ofrece, además de las asignaturas obligatorias y comunes, clases de canto, arte y teatro y fomenta proyectos interdisciplinarios. En la especialidad de idiomas, los alumnos pueden combinar el aprendizaje de distintos idiomas como el inglés, francés, italiano, pero también latín y griego antiguo.

La escuela Santo Tomás tiene sus orígenes en 1212, lo que la convierte en una de las escuelas más antiguas del mundo. Forma parte de un conjunto de 3 instituciones: el coro de Santo Tomás, la iglesia de Santo Tomás y el colegio en sí.

Desde hace unos años, el conjunto de esas instituciones reúne bajo el nombre Forum Thomanum una guardería, escuela primaria, escuela secundaria, el instituto Thomasschule (liceo, donde estudié), una academia de música, la villa thomana, el internado del coro y la iglesia Lutherkirche.

Al margen de la riqueza de formación, la Escuela de Santo Tomás y el Forum Thomanum representan y fomentan valores, que hoy en día se están volviendo cada vez más importantes: compromiso social, la educación artística-cultural, el pensamiento crítico y el fundamento de valores cristianos que, fuera de las opiniones personales de cada persona en cuanto a la religión, se basan en el respeto mutuo y la diversidad.

¿Podrías describir tu experiencia en el centro?

Estudié en la Escuela Santo Tomás desde mis 11 hasta mis 18 años. Elegí la especialidad de idiomas con inglés, francés y latín. Lo que más recuerdo de mis años allí son las risas en clase y en las pausas. Fuimos una clase muy diversa, cada uno con personalidad, de familias y aficiones muy diferentes, lo cual no nos impidió a desarrollar amistades que siguen perdurando hasta el día de hoy. A pesar de ser personas muy diversas y además, todos en plena pubertad, organizábamos muchas actividades por nuestra cuenta en conjunto, donde literalmente toda la clase participaba: hacíamos barbacoas en el parque, íbamos de campamento en canoa o simplemente nos quedábamos en el patio de la escuela después de la jornada de clase para pasar un buen rato. Había mucho respeto mutuo a pesar de las diferencias y cosas como el acoso escolar básicamente no existían. También teníamos amistades entre los chicos de la escolanía. A veces resultaban en proyectos bien creativos como conciertos, o simplemente la grabación de bromas en un casete. Recordando todas esas experiencias hoy, me siento muy agradecida.

¿Qué relación tenías con la escolanía? ¿Qué sabes de sus costumbres?

Mi primo formaba parte de la escolanía y yo también compartía algunos cursos con los chicos de mi edad. Algunos de ellos eran bien especiales, es decir, se les notaba el microcosmos en el que vivían todos los días 😉 Pero también había amistades que perduran hasta el día de hoy, y compartir la vida cotidiana de forma tan intensa – aparte de muchas locuras- también siembra mucha creatividad. Algunos de ellos se volvieron cantantes profesionales, otro amigo mío ahora tiene su propio estudio como pintor y organiza sus exposiciones, pero otros terminaban en ámbitos totalmente diferentes como mi primo, que ahora trabaja en una consulta empresarial.

El internado se encuentra justo en frente de mi antigua escuela, en la misma calle. Por ello, a veces no era nada raro encontrarse con un chico del coro vestido en pijama en plena calle cuando se había levantado tarde para llegar a clase.

Monumento dedicado a Bach en Leipzig

Evidentemente la escolanía tiene sus reglas bastante estrictas y romperlas puede resultar en la expulsión, como en caso de mi primo que se escapó por la noche para salir de fiesta y terminó su carrera antes de lo previsto. Los chicos, por lo menos en mi época, compartían una habitación con 4-6 otros miembros de la escolanía, siempre mezclando diferentes edades. Convivir en un espacio tan reducido refuerza lazos entre ellos, pero también puede causar problemas. Los chicos tienen que salir de casa a una edad muy temprana, a veces con tan solo 9 años. Los que tienen familias que viven fuera de Leipzig no los pueden ver muy a menudo. Al final cada persona es un mundo y también conozco casos donde la falta del apoyo familiar tuvo impactos graves sobre la salud mental de los chicos. Los pisos eran bastante espartanos, normalmente consistían de varias habitaciones con camas literas, una mesa para hacer deberes para cada uno, un baño compartido y una caja de seguridad para cada uno. Normalmente convivía un chico de los mayores con otros más jóvenes. Esto supone una jerarquía muy estructurada, donde los mayores tienen la obligación de supervisar a los menores, por ejemplo para averiguar si han cumplido con sus tareas semanales como limpiar la habitación, etc. En el mejor caso el chico mayor, el mentor, también asume responsabilidades educativas para apoyar al menor, dar consejos, etc. Pero también sabemos que no todo el mundo viene con un talento educativo para asumir dichas responsabilidades. Los chicos, a parte de las actividades cotidianas como comer juntos, los ensayos en grupo, las clases privadas de canto o cantar en los servicios religiosos de Thomaskirche los domingos también compartían actividades como practicar deporte, o viajaban juntos para dar conciertos. En algunas actividades el resto de la escuela participaba también, como en los famosos partidos de fútbol que tenían lugar una vez al año. Y claro, tampoco faltaba la amiga que salía con uno de los chicos, algo que solía ser un verdadero desafío logístico, por todas las reglas y tantos compromisos que tenían con la escolanía.

El vínculo de Leipzig con Bach es inquebrantable. Como habitante, ¿cómo vives la presencia en el mapa de tu ciudad gracias a esta figura? ¿Y la ciudad en general, qué importancia le otorga a la vida musical en general?

Ufff…¡difícil hacerle la pregunta a una persona que recibía su formación de piano de manos de su propia madre, pianista profesional, y que todavía vive con el trauma de tener que tocar fugas de Bach para calentar todos los días! Para ser sincera, había tiempos donde sentía cierta saturación en cuanto a la sobrepresencia de este señor. Hasta el supermercado de al lado de la escuela tenía un grafiti gigante con su cara. Pero claro, su papel en la música clásica fue fundamental y he vivido su presencia en muchos aspectos de mi vida. Fui bautizada y tuve mi confirmación en la iglesia Santo Tomás. Mi abuelo era organista en Eisenach, la ciudad natal de Bach, y le encantaba aparte de tocar, escuchar y analizar sus obras. A mí, sinceramente, nunca me terminó de gustar el carácter analítico, estructurado sus obras…y esto te lo digo sabiendo que mi padre, chelista en la orquesta sinfónica Gewandhaus en Leipzig, me estaría tirando las orejas al escuchar esto. Y con esto te lo digo todo…

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