«Los sobretítulos han hecho accesible la ópera y han ayudado a popularizarla»

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Anabel Alenda, sobretituladora del Gran Teatre del Liceu

Por Itzíar Pertusa

Anabel Alenda, como buena valenciana, ha estado siempre vinculada a la música, desde sus inicios en la banda juvenil de su pueblo natal hasta su actual ocupación como traductora audiovisual en el Gran Teatre del Liceu. Entretanto, se licenció en Traducción e Interpretación en la Universidad de Alicante, obtuvo el título de Grado Profesional de Música en la especialidad de oboe y cursó el Máster de Profesorado de Educación Secundaria. En los últimos años ha participado en el desarrollo de Barcelona Òpera Accés, una aplicación de audiodescripción impulsada por la Fundación Vodafone España dentro del marco «El Liceu accesible».

– ¿Nos podrías hacer un breve resumen de tu carrera como traductora, en la música y cómo llegaste al Gran Teatro del Liceo?

Anabel Alenda

Desde pequeña me quedaba maravillada con las bandas en los pasacalles y conciertos que solían tener lugar en mi pueblo y alrededores. Así que a los 9/10 años comencé en la escuela de música de la banda de mi pueblo, Aspe (Alicante). Fui de las primeras conformantes de la banda juvenil «Maestro Alcolea», al principio tocando la percusión y, más tarde, como oboísta. Poco después entré a formar parte también de la banda del Ateneo Musical Maestro Gilabert. Durante todo este tiempo, compaginé el grado medio de música con los estudios de EGB, instituto y universidad y con los certámenes y actuaciones de ambas bandas, la participación en diversas agrupaciones musicales (otras bandas, quintetos, dúos, etc.). Y ¿cómo llegué al Gran Teatro del Liceo? Estaba trabajando en la UA y recibí un e-mail de Infojobs con las ofertas destacadas del día. Entre ofertas del estilo «peluquera con cinco idiomas», «prácticas no remuneradas» y algún que otro trabajo anodino, justo allí en medio estaba la oferta de sobretituladora para el Gran Teatro del Liceo. Y resultó que todo cuanto había estudiado y hecho por interés o placer en mi vida me conducía a cumplir cada uno de los requisitos de esa oferta de trabajo. Pasé el largo proceso de selección y en diciembre de 2010 comenzaba a aunar dos de mis grandes pasiones: la música y la traducción. La primera ópera en la que trabajé fue Anna Bolena, con la soberbia soprano Edita Gruberova en el rol principal. Pero la que de verdad me dejó marca fue la segunda, Parsifal, con las perfectas voces de Klaus Florian Vogt (tenor) y Anja Kampe (soprano) en una puesta en escena de Claus Guth encuadrada en un decadente hospital de lisiados de la Primera Guerra Mundial. De hecho es una ópera que suelo escuchar cuando viajo en el Euromed de Barcelona a Alicante.

– ¿Podrías iniciarnos en la historia del sobretitulado y cuándo llego a España?

Los sobretítulos se utilizaron por primera vez en el O’Keefe Centre de Toronto en enero de 1983. Bajo la dirección del Director Artístico, Lofti Mansouri, la Canadian Opera Company los probó en su producción de Elektra de Richard Strauss, cantada en su original lengua alemana. El éxito fue rotundo. El New York Times declaró: «Los canadienses han inventado algo que hace que se pueda entender la ópera y la hace accesible para aquellos que disfruten de la música pero no entienden la letra. Se llama SOBRE TÍTULOS». Los creadores de la técnica, Gunta Dreifelds, John Leberg y el propio Lofti Mansouri, patentaron el sistema con el nombre SURTITLES™. Tras su aparición inicial en Canadá, se han generalizado en todos los teatros de ópera del mundo. A Europa llegaron en 1986 durante el «Maggio Musicale Florentino» y en España fueron introduciéndose durante la década de los 90. http://www.comunicacion21.com/los-sobretitulos-como-herramienta-de-comunicacion-en-la-opera-actual-rocio-de-frutos/

En el Liceo se utilizaron por primera vez en noviembre de 1988 con la ópera Don Carlo de Giuseppe Verdi.

Josep Maria Busquets, el director general del Liceo en los 80, fue el promotor de instalar el servicio de sobretítulos aquí, idea que importó de la ópera de Chicago. En el Liceo se utilizaron por primera vez en noviembre de 1988 con la ópera Don Carlo de Giuseppe Verdi.

– ¿Cómo es la vida/rutina de una sobretituladora? ¿Dinámicas de ensayos y funciones?

La oficina

La rutina de una sobretituladora transcurre al ritmo de la producción y en tres localizaciones: la oficina, la sala de ensayos Mestres Cabanes y la cabina de sobretitulado. Previo a los ensayos, en la oficina estudio el libreto y la obra y preparo un primer borrador de la adaptación a sobretítulos en Word. Mis herramientas son el libreto y las partituras de la ópera en su reducción a canto y piano donde marco los pies de entrada y salida de cada sobretítulo. También suelo utilizar una grabación de la producción, si la hay. La segmentación y adaptación del libreto a sobretítulos suele tener mucho que ver con la fraseología musical ya que indica al espectador de una forma instintiva y natural cuándo tiene que leer un sobretítulo nuevo.

Ejemplo de marcaje de los sobretítulos

Después acudo a los ensayos de escena y piano en el que trabajan los cantantes mano a mano con el director de escena. En esta fase, que en el Liceo tiene lugar en la sala Mestres Cabanes, el director de escena suele explicar su concepción de los personajes y de la obra y es muy útil para adaptar la traducción a la producción. Finalmente, cuando comienzan los ensayos en escenario con la orquesta, trabajo desde la cabina de sobretitulado, situada en el centro de la cuarta planta del teatro. Es una habitación estrecha y de techo muy bajo en el que tengo una ventana con vistas al escenario. Aquí tengo el proyector, una pantalla conectada a la cámara que enfoca al director musical (vídeo del plano del director: https://twitter.com/774barra2/status/950751052189569025?s=20) y el ordenador con el software de sobretitulado, Vicom. En esta fase cargo y alineo en Vicom (el software de sobretitulado) los sobretítulos en los tres idiomas, marco los efectos de entrada y salida de los sobretítulos y acabo de adaptar texto y segmentación a los tempi definitivos.

Formo parte del espectáculo como un músico más

Y tras los ensayos, ¡llega el estreno! En las funciones, sincronizo en directo los sobretítulos siguiendo al director, a la orquesta y a los cantantes. Formo parte del espectáculo como un músico más, leyendo las partituras que he marcado previamente y entrando cuando me toca.

– ¿Cómo es el proceso de sobretitulado? ¿Trabajáis con traducciones ya existentes o nuevas? ¿A cuántos idiomas? ¿Cuánta gente compone el equipo?

Actualmente en el Liceo se ofrecen sobretítulos en tres idiomas: catalán, castellano e inglés. Hay dos soportes: una pantalla sobre la caja escénica, en la cual se proyecta el catalán, y unos pequeños monitores situados delante de cada butaca en los que se puede elegir cualquiera de los tres idiomas. El Departamento de Sobretítulos del Liceo cuenta con dos miembros, mi compañera Glòria Nogué y yo. Nosotras traducimos y adaptamos los libretos a sobretítulos en catalán y castellano, que Jackeline Hall, nuestra colaboradora externa, traduce al inglés. Aparte de los sobretítulos, hasta ahora también me he ocupado de la adaptación a subtítulos para retransmisiones en directo a cines y la audiodescripción para invidentes. Y todo tiene como base y parte de la música y de las partituras. Por eso, una sobretituladora necesita tener tanto conocimiento de idiomas y de traducción como de música.

– ¿Qué anécdotas podrías contar que te han podido suceder en el trabajo? ¿Alguna con artistas de primer orden?

Hay todo tipo de anécdotas, tanto que me han ocurrido a mí, como al resto de compañeros. Tras el estreno, creo que de Carmen, en los aplausos finales vi cómo Roberto Alagna se agachaba y daba la mano al apuntador, el erudito Jaume Tribó, que estaba dentro del cajón o concha del apuntador, prácticamente debajo del escenario. El caso es que Roberto no le soltó la mano, sino que tiró hasta sacar a un sonrojadísimo Jaume y dejarlo de pie junto a él en el escenario para que saludara al público. Tras un recital de Philippe Jaroussky cuyo programa giraba en torno a las musicalizaciones de los poemas de Verlaine, un espectador que decía padecer síndrome de Stendhal nos escribió para contarnos cómo la belleza de la traducción unida a la de la música le habían impactado y conmovido profundamente. Durante un estreno, no recuerdo bien de qué ópera, se fundió la bombilla del proyector y hasta la segunda parte no hubo sobretítulos en el escenario, pero sí que funcionaban en las pantallas de las butacas. A pesar de ello, se podía percibir la inquietud del público. En un silencio entre arias, alguien gritó desesperado: «¡Sobretítulooooooos!». Los espectáculos más arriesgados para sobretitular suelen ser los recitales porque cantante y pianista ya lo han trabajado fuera del teatro y, a veces, ni llegan a ensayar aquí. Así que, muchas veces, acabo yendo «a la brava». En el primer recital que hice en el Liceo como sobretituladora, el contratenor cambió el orden de las canciones espontáneamente durante el directo, la pianista le siguió hábilmente. La suerte es que al preparar los sobretítulos me había aprendido de memoria todos los lieder, así que pude saltar rápidamente al sobretítulo pertinente. Algo parecido pasó en el estreno absoluto de una obra contemporánea cuyo nombre prefiero omitir. La ópera se representaba en catalán, pero el solista era alemán. De pronto tuvo un lapsus y sin venir al caso se saltó más de 20 páginas. El director de orquesta y el apuntador le hacían gestos insistentes para que parase o rectificase, pero no se enteraba. No sabíamos qué hacer hasta que de repente y coincidiendo con una pausa musical el apuntador pegó un grito y el solista volvió al lugar correcto. Al parecer, el descuido pasó desapercibido para el público.

– ¿Algo más que quieras aportar?

La mayoría de la gente piensa que los sobretítulos son automáticos o que los escribimos en directo en cada representación, pero en realidad comportan un trabajo de semanas y se sincronizan en directo en cada función. Los sobretítulos han hecho accesible la ópera y han ayudado a popularizarla. Pero aún hay camino que recorrer en materia de accesibilidad y de alcance poblacional y el Liceo sigue estando a la vanguardia de la misma ofreciendo servicios de lectura fácil, audiodescripción, bucle magnético y desarrollando diferentes proyectos sociales.

Categorías: Entrevista

1 comentario

Rosa García · febrero 5, 2020 a las 8:26 pm

¡Qué interesante, Itzíar! Me ha parecido apasionante el trabajo reflejado en tu escrito y creo que es de lectura necesaria para cualquier aficionado a la ópera. Recomendable 100%. También muy interesante la lectura del enlace a ‘comunicacion21’. Me ha encantado. Gracias.

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